lunes, 22 de octubre de 2018

Diáspora e intertextualidad cotidiana [CCXXXI]

Isabel Matos



Angelina Jolie, embajadora de ACNUR, se reunió en Lima 
con embajadores lingüísticos de Venezuela (foto: EFE)




         Cuando algún miembro de mi familia más cercana empieza a decir: “Chico, sabes que estaba pensando…”, casi inevitablemente otro de nosotros lo interrumpirá y añadirá: “Sano ejercicio,doctor”. Luego de algunas risas compartidas, el relato continúa sin problema. Se ha convertido en un chiste familiar algo, que nos enseñó Les Luthiers en uno de los tantísimos números de comedia (si no los conoce vaya ahora mismo a Youtube y busque cualquiera de sus videos, le encantarán). Al día siguiente la tía divertida llamará a cualquier sobrino a la cocina al grito de “¡Rosendo, ¿te monto la arepa?!”, mientras que en la casa del vecino parece que se va la luz y alguien le reclama a los “espíritus chocarreros”. Y es que la intertextualidad cotidiana compite con la arepa por su puesto en la mesa diaria.
         Pareciera que encontramos en otros textos esas palabras exactas para nuestro sentir y sin vacilar las usamos, seguros además de que el otro entenderá nuestro mensaje. Cuando el interlocutor no encuentra el referente original, ocurre la catástrofe. “¿Cómo no sabes cuáles son los espíritus chocarreros? Tú como que nunca viste televisión”. Comprender esa relación intertextual tiene mucho que ver con la cultura que manejan los hablantes. Tiene que existir un punto de encuentro cultural, ya sea contemporáneo o histórico, para que la relación fluya correctamente. Los ejemplos que escogí para este artículo muestran ciertos puntos de conexión que van más allá de las fronteras venezolanas. México, Argentina y Venezuela se encuentran unidos intertextualmente en pequeños chistes en mi familia.
         Sobre el tema del encuentro cultural. ¿Cómo se estarán manejando los tantísimos venezolanos en el extranjero con sus referencias en la maleta? ¿Cuántas de estas referencias serán comprendidas por el país de llegada? El poco tiempo que he pasado fuera del país he sentido cómo mi vocabulario se parecía un poco al de Dora la exploradora. Tratando de minimizar los malentendidos y mantener el canal abierto. Pero, ¿y las referencias?
         Será ya trabajo de los institutos de lingüística, filología o cultura de cada país estudiar la influencia intertextual de la diáspora venezolana en la literatura, en la cotidianidad y el habla local. ¡Gracias a Dios la intertextualidad no es algo exclusivo de la literatura! Tendríamos que buscarle un nombre nuevo a este hermoso e interesante aspecto en la oralidad. Es curioso que estudiemos, casi como a bichos raros, algo sin lo que no sabemos hablar.

isabelmercedes@gmail.com



Año VI / N° CCXXXI / 22 de octubre del 2018




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