martes, 21 de abril de 2015

¿Y a ti?, ¿se te movió el tucungo? [LIII]

Mahuampy Ruiz e Isabel Matos


         En nuestra familia es una tradición que cuando alguien experimenta un leve escalofrío, como a todos nos ha pasado alguna vez después de un estornudo, de un beso de los pequeños de la casa o una caricia, le digamos: “Se te movió el tucungo”. Al parecer, en casa, la frase viene de hace ya varias generaciones, papá la aprendió del abuelo y este a su vez de su abuela, siempre para referirse al ya mencionado escalofrío.
         Una rápida búsqueda en Internet nos arroja unos resultados bastante curiosos: un tweet que se queja sobre la existencia de una canción que dice: “Se me cayó el tucungo, pero me quedó el tuquito”; el perfil de Facebook de Alexander Peralta Tucungo y la entrada de un diccionario en línea que define tucungo como un animal de orejas caídas. En una breve encuesta por Whatsapp sólo una de seis amigas disponibles dio la respuesta más cercana a la definición familiar.
         El tucungo es definido por nuestro árbol genealógico, como el trocito de cola que le queda a los perros luego de cortárselo por razones estéticas (como se le hace a los poodles y rotweillers, entre otros). Imagine entonces que al llegar a casa nuestro fiel compañero canino nos recibe con el divertido y alegre movimiento de su tucungo, que se asemeja al pequeño temblor que hace sentir en nosotros ese escalofrío.
         Nuestro hermano mayor fue el único que dio al primer intento con la definición utilizada en este lado de la familia, al fin y al cabo él es veterinario y sabe bien cómo cortar un tucungo.
         No deja de asombrarnos cómo utilizamos la capacidad de la lengua para construir nuestras realidades, sean sociales, económicas o familiares. Este escalofrío generalmente es una reacción al placer. Podemos entonces aprovechar la ocasión y ofrecer una especie de proverbio, así que ya sabes: “no te vayas a dormir sin que se te haya movido el tucungo“.

acarantair01@hotmail.com / isabelmercedes@gmail.com




Año III / Nº LIII / 20 de abril del 2015

No hay comentarios.:

Publicar un comentario