lunes, 29 de diciembre de 2025

Primer cuarto de siglo... liquidado

Edgardo Malaver Lárez

 

 

Mafalda, paradójicamente intemporal

 

 

 

         Qué voraces nos hemos vuelto. Hace unos tres días... digamos cuatro, criticábamos a los inconscientes que repletaron la atmósfera con toda la pólvora del mundo porque comenzaba el año 2000, creyendo que esa noche comenzaba el siglo XXI, y dentro de menos de tres días, de ese siglo ya nos habremos consumido... ¡25 años! No un par de semanas ni un mes, no: ¡25 años! Somos unos voraces comedores de tiempo.

         Ustedes también habrán visto aquella tira de Mafalda en que le dice a Felipe: ¿Has pensado en la cantidad de minutos que esperan turno dentro del reloj? ¡Millones de minutos nuevecitos que debemos usar sabiamente! El pobre Felipe, aplastado por el peso de la reflexión, exclama: “¡Dios mío! ¡Qué responsabilidad!”. La verdad es que este fin de año me siento como Felipe. No dejo de pensar en eso. ¿Habremos hecho algo útil y sabio con la larguísima carretera de minutos que han pasado frente a nosotros, o por encima de nosotros, o a un lado, en este primer cuarto del siglo XXI? Ay, ojalá que sí, porque para tener la certeza tendríamos que destinar una legión de minutos de los pocos que le quedan al año a hacer memoria y sacar la cuenta.

         Hay otra tira que recuerdo y que expresa también lo que nos pasa y el hecho de que tan sólo ponerse a pensar en el asunto ya nos quita minutos: Mafalda está conversando con Miguelito y le dice: Cómo pasa el tiempo, ¿no? En ese momento aparece en el dibujo una hilera de bbbzzzzzzz... Él trata de seguir el movimiento y, al no conseguirlo, dice: No sé si eso fue un insecto o un minuto. Ojalá que no nos pase esto muchas veces en el cuarto de siglo que se avecina.


Mafalda intemporal, paradójicamente



         (¡Hey! Esto no es para que nos sintamos mal —¿por qué me siento como si les hablara a mis alumnos?—. Lo que pretendo señalar aquí es la responsabilidad que tenemos con el uso del tiempo, que es una responsabilidad, principalmente, con nosotros mismos. Hay que estar consciente de ello, pero no creo que haya que atormentarse, miren cómo dice Mafalda que la catarata de minutos no para. Hay para todos y hay para hacerlo todo, y ni siquiera se deterioran tanto como podemos pensar. Lo que hay que hacer es lo que dice el filósofo: aprovechar el tiempo.) (Para no haber estudiado latín, no me quedó mal la traducción, ¿verdad?)

         Lamento desilusionar a los que pensaron, por el primer párrafo, que venía a dar consejos para no perder tiempo en el 2026. No tengo talento para eso. Apenas quería desearles que disfruten pasado mañana la Nochevieja y que el Año Nuevo amanezca hecho alegría para ustedes. No vaya a ser que se me escapen los insectos de Miguelito intentando hacerles una lista de buenos deseos sin ponerme sentimental. O que se les escapen a ustedes leyendo deseos de Año Nuevo en lugar de brindar con la familia. Vayan, no me oigan a mí.

         Y si en este momento, faltando menos de 60 horas para el final del año, se les ocurre ponerse a leer artículos de días anteriores, no se detengan más. ¡Apaguen la pantalla! Al fin y al cabo, en el 2026, es decir, la semana que viene, nos vamos a ver otra vez. ¡Feliz añooooo…!

 

emalaver@gmail.com

 

 

 

Año XIII / N° DXXXI / 29 de diciembre del 2025



 



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