lunes, 11 de abril de 2016

Celebrando el español [CIII]

Luisa Teresa Arenas Salas



Nacido en abril de 1539, el Inca Garcilaso de la Vega comparte
con Shakespeare y Cervantes haber muerto el 23 de abril de 1616


         Para aderezar con un poco de humor el Mes de los Idiomas, un evento dedicado a festejar las seis lenguas que se estudian en la Escuela de Idiomas Modernos y, en especial, la nuestra por celebrarse el Día Mundial del Español el 23 de abril, los invito a disfrutar del siguiente poema (¿quijotesco?) aparecido en una revista española, sin autor conocido. Este texto, “además de ser jocoso, encierra una asombrosa lógica que hace meditar hasta a los académicos” (Escandón, 1990: 13), y, como digo yo, a los no académicos también. Por ello, lo están leyendo en Ritos de Ilación para su goce y reflexión. El tema en él tratado aparecerá en más de una edición, pues, después de esta, se publicará una reflexión lingüística posterior.

EL IDIOMA CASTELLANO

Señores: un servidor,
Pedro Pérez Baticola,
cual la Academia Española,
“limpia, fija y da esplendor”.

Pero yo lo hago mejor,
y no son ganas de hablar,
pues les voy a demostrar
que es preciso meter mano
al idioma castellano,
donde hay mucho que arreglar.

¿Me quieren decir por qué,
en tamaño y en esencia
hay esa gran diferencia
entre un buque y un buqué?

¿Por el acento? Pues yo,
por esa insignificancia,
no concibo la distancia
del presidio al que presidió,
ni de tomas a Tomás,
ni de topo al que topó,
de un paleto a un paletó,
ni de colas a Colás.

Mas dejemos el acento,
que convierte, como ves,
las ingles en inglés,
y vamos con otro cuento.

¿A ustedes no los asombra
que diciendo rico y rica,
majo y maja, chico y chica,
no digamos hombre y hombra?

¿Y la frase tan oída
del marido y la mujer,
¿por qué no tiene que ser
el marido y la marida?

Por eso no encuentro mal
si algunos me dicen cuala,
como decimos Pascuala,
femenino de Pascual.

El sexo a hablar nos obliga
a cada cual como digo,
si es hombre: “Me voy contigo”;
si es mujer: “Me voy contiga”.

¿Por qué llamamos tortero
al que elabora una torta,
y al sastre que ternos corta
no le llamamos ternero?

Como tampoco imagino,
ni el diccionario me explica,
¿por qué al que gorras fabrica
no le llamamos gorrino?

¿Por qué las Josefas son
por Pepitas conocidas,
como si fuesen salidas
de las tripas de un melón?

¿Por qué el de Cuenca no es cuenco,
bodeque el que va de boda,
y el que los árboles poda
no le llamamos podenco?

Cometa está mal escrito
y por eso no me peta:
¿hay en el cielo cometa
que cometa algún delito?

Y no habrá quien no conciba
que llamarle firmamento
al cielo es un esperpento:
¿quién va a firmar allá arriba?

¿Es posible que persona
alguna acepte el criterio
de que llamen monasterio
donde no hay ninguna mona?

Si el que bebe es bebedor,
y el sitio es bebedero,
hay que llamar comedero;
a lo que hoy es comedor;
comedor será quien coma,
como es bebedor quien bebe,
y de esta manera debe
modificarse el idioma.

¿Y vuestra vista no mira,
lo mismo que miro yo,
que quien descerraje un tiro,
dispara, pero no tira?

Ese verbo y más de mil
en nuestro idioma son barro;
tira el que tira de un carro,
no el que dispara un fusil.

De largo sacan largueza,
en lugar de larguedad,
y de corto, cortedad,
en vez de sacar corteza.

De igual manera me quejo
al ver que un libro es un tomo;
será un tomo si lo tomo,
y si no lo tomo, un dejo.

Si se llama mirón
al que está mirando mucho,
cuando mucho ladra un chucho
hay que llamarle ladrón.

Porque la sílaba -on
indica aumento, y extraño
que a un ramo de gran tamaño
no se le llame Ramón.

Y, por la misma razón,
si por lo que estáis escuchando,
un gran rato estáis pasando,
estáis pasando un ratón.

¿Y no es tremenda gansada
en los teatros que sea
denominada platea
lo que no platea nada?

¿Puede darse, en general,
al pasar de masculino
a su nombre femenino
nada más irracional?

La hembra del cazo es caza;
la del velo es una vela;
la del pelo es una pela,
y la del plazo es una plaza;

la del correo, correa;
la del mus, musa; del can, cana;
del mes, mesa; del pan, pana
y del jaleo, jalea.

Y basta para quedar
convencido el más profano
que el idioma castellano
tiene mucho que arreglar.

Conque basta ya de historias;
si, para concluir, me dais
cuatro palmas, no temáis
que os llame palmatorias.

Escandón, Rafael (1990). Curiosidades del idioma. Caracas: Panapo.


         Espero que, una vez leído el poema, hayan captado el humorismo presente en él, entendido según la primera acepción que se lee en el DRAE como: “Modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad, resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas” (2006: 796). ¿Cuál es la realidad que presenta este poema? ¿Qué hechos enjuicia? ¿Cómo los comenta? ¿Dónde radica su comicidad? ¿Celebramos el idioma español burlándonos de él? ¿Ridiculizándolo? Todas estas interrogantes son para que cada lector las medite, nos las comente y compartamos sus reflexiones en un próximo número de Ritos de Ilación.

Continuará...


ue.eim.ucv@gmail.com



Año IV / Nº CIII / 11 de abril del 2016

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