lunes, 17 de octubre de 2022

Agudos y obtusos [CCCXCVIII]

Edgardo Malaver Lárez

 

 

 

Con tres ángulos basta para un teorema.
Pitágoras en
La escuela de Atenas (1511),
de Rafael Sanzio

 

 

         Ahora es martes. Dos de la tarde. Llego al salón de mi niña para recogerla y, mientras espero que recolecte sus cosas, miro por la ventana. Veo en la pared de enfrente un afiche sobre los tipos de ángulos, escrito con la letra de la maestra, y me digo: “Ah, comenzaron con los ángulos”. Y comienzo yo a prepararme mentalmente para hablar de ángulos durante toda la semana y encontrar ángulos por todas partes y contar mis experiencias con los ángulos cuando estaba en primaria. Me digo: “Voy a memorizar el primer tipo, de modo que el segundo se defina por descarte. ‘Ángulo agudo: menos de 90 grados’, dice el afiche. Muy bien, lo teng... Un momento: el agudo se llama así porque es como una punta de lápiz, como un pico de pájaro, como un diente de cocodrilo. ¡Y todas esas cosas son agudas, puntiagudas, o sea, pinchan, porque tienen un vértice de menos de 90 grados! Son ángulos cerrados. Por no haberme dado cuenta de esto era que muchas veces me confundía en primaria.

         En ese momento sale mi niña del salón y me cuenta sobre el tema de la clase. Dice:

         —Los ángulos de más de 90 grados se llaman... ay, se me olvidó.

         —¿Obtusos? —le propongo.

         —¡Sí! ¡Obtusos!

         —Un momento, obtuso significa ‘cerrado’, así que...

         —No, papi, los cerrados son los agudos.

         —Sí, sí, claro que sí, pero fíjate, cuando una persona no entiende ni acepta una opinión diferente a la suya, se dice que es una persona obtusa. ¿Por qué será que los dos nombres de los ángulos significan ‘cerrado’?

         Al llegar a casa buscamos en el diccionario. Y así vengo a descubrir, después de tanto tiempo de terminar la primaria, que obtuso no equivale a cerrado sino a romo, y romo es antónimo de agudo. Obtuso es antónimo de agudo.

         Es decir, cuando una mente obtusa no ve, no comprende, no respeta una visión diferente a la suya, lo que pasa no es que se cierre a ella, sino que no es capaz de hacer distinciones muy detalladas, no se permite a sí misma detenerse a separar filamentos de ideas ni mínimas diferencias entre palabras. Lápiz de punta roma, que sólo puede hacer trazos gruesos, no admite líneas finas.

         —Qué alegría me da —le digo a mi maestra de ocho años— aclararme ese enigma que he tenido tanto tiempo en la mente.

         Pero la alegría de hoy me dura poco, porque, entusiasmada por mi aprendizaje, sigue contándome y pronto llegamos a los ángulos... ¡cóncavos y convexos! Es demasiado para mi pobre mente. Es otra dualidad que no logré desentrañar a partir de sus nombres cuando era un inocente escolar. Y, a simple vista, no veo la respuesta ahora tampoco. Ojalá que la semana que viene, al llegar a la escuela de mi niña hermosa, la luz del conocimiento le haya entregado, para mí, esta otra respuesta tan largamente esperada.

 

emalaver@gmail.com

 

 

 

Año X / N° CCCXCVIII / 17 de octubre del 2022

 

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