lunes, 2 de noviembre de 2020

Tú dices que sí, yo digo que no [CCCXXVIII]

Álvaro Durán Hedderich




Isabelle Hupert, la Madame Bovary de Claude Chabrol de 1991



Al principio, tuve la idea de ponerle otro título a este texto, pero sonaba muy rimbombante, como si fuese título de tesis de posgrado. Era algo como “La victimización del hombre infiel en algunas canciones del folklore venezolano”. Con ese fallido y larguísimo título tienen ahora un abreboca de lo que vamos a analizar a continuación; pero superficialmente, pues hay mucha tela que cortar y será en otra ocasión.

Las tres canciones que tomamos para una breve mirada sobre el tema de la victimización del hombre infiel son: “Tú dices que sí, yo digo que no” (joropo tuyero), de Mario Díaz; “Por culpa del celular”(joropo llanero), de Omar Labrador, y “Más cuñao no”(parranda aragüeña), de la agrupación Un Solo Pueblo.

Si comenzamos con los títulos de estos tres temas, vemos en el primero que hay una oposición entre un sí y un no. En el segundo título nos presentan de inmediato a un culpable, el celular. En el tercero, se nos dice que hay un rechazo o una negación a la condición de ser cuñado de alguien.

En la canción de Díaz podemos ver con curiosidad que se trata de toda una discusión. Díaz inicia reconociendo sus actos:  “Tú dices que no me quieres / porque soy un vagabundo / y porque voy por el mundo / enamorando mujeres”. Luego, el coro nos presenta la discusión: “Tú dices que sí, / yo digo que no / tú dices que sí, que este amor se terminó”. Sin embargo, Díaz no se rinde: “Sigo insistiendo en tu amor / y aunque me cueste la vida / mi fe no está perdida / mientras corrija mi error”. Hasta acá vemos la historia de un hombre arrepentido, pero se presenta la víctima en estas líneas: “No te alejes, vida mía, / no seas tan mala conmigo / … / te prometo reformar / la historia de nuestro amor / y brindarle más calor / a mis hijos y a mi hogar”. Ante tanto arrepentimiento, queda un acuerdo tácito entre el narrador y quienes escuchamos su historia: si no lo perdona, ella toma posición de villana.

Labrador, por su parte, nos señala al celular como el delator que causó su desgracia: “Por culpa del celular perdí el amor de María, / perdí todos los contactos con las amistades mías; / eso fue un día que yo fui para la panadería / se quedó el celular y mientras iba y venía, / llamó Rosa, llamó Carmen, llamó Josefa y Sofía / cuando regresé a la casa, taba la cuaima encendía”. Sin duda, el culpable en esta historia es el celular, que tuvo la mala intención de irle con el chisme a la esposa, aunque no se salió con la suya porque la mujer “agarró ese celular y le echó unas tres batidas / el bichito repicaba como si algo le dolía”, pero ella no se detuvo a pesar de que él le implorara “no lo mates que está vivo todavía”. De nuevo tenemos la imagen de una posible villana sin compasión.

Por último, pero no menos importante, encontramos la historia del hombre con orgullo a pesar de su error, al mismo protagonista de “Quien ha visto negro como yo”, pero en su secuela, cuando pide: “No me digas más cuñao / que tu hermana me dejó”, no sin antes menospreciar la importancia de sus actos al asegurar que “tan sólo fue una mentira lo que a mí me sucedió, / me mantuve convencido, arrogante y pretencioso / de que en este mundo sabroso no había un negro como yo”. La voz de Francisco Pacheco nos confiesa que “asando dos conejitas / una se volvió carbón”. Aunque reconoce su arrogancia, aparece su reclamo orgulloso y nos pide “para que no queden huellas de esta hermosa relación / no me digas más cuñao / que tu hermana me dejó”. Ese sutil reclamo en “tu hermana me dejó” nos expresa gramaticalmente que fue ella quien decidió cortar con la relación. Se logra un efecto parecido a las dos canciones anteriores, donde la mujer es un agente activo, causante del sufrimiento de ese hombre que, después de aceptar su infidelidad, se muestra como el afectado principal de la historia entre el dolor que ella le causa por no dejar impune sus daños.

Podríamos argumentar con estas breves muestras que ha habido un imaginario en el subconsciente popular que indica que en la mujer yace la responsabilidad del bienestar de una relación, incluso después de la infidelidad de su pareja. Esto está presente en un sinfín de canciones de diferentes géneros del mundo musical. Sin embargo, prefiero dejarlo a la interpretación y reflexión de cada lector.


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Año VIII / N° CCCXXVIII / 2 de noviembre del 2020




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