jueves, 22 de octubre de 2020

Cuarentena y traducción en manos de una lingüista [CCCXXV]

Luisa Teresa Arenas Salas

 

 

Don Quijote es llevado de vuelta 

a casa dentro de una jaula


 

  

En agosto pasado, nos reunimos como equipo de la Unidad de Extensión de la Escuela de Idiomas Modernos para compartir una lluvia de ideas en aras de organizar el tradicional evento conmemorativo del Día Internacional del Traductor y del Intérprete. Al ver emocionados nuestras caras en la pantalla, después del saludo, se produjo un aguacero de expresiones sobre nuestra situación producto de la pandemia. Fluyeron voces asociadas a lo que cada uno de nosotros sentía producto del encierro, confinamiento, ostracismo, cautiverio, presidio, aislamiento, en fin, cuarentena radical, obligatoria, inflexible.

¿Y todo esto qué tiene que ver con la traducción? Una anécdota de Edgardo Malaver fue muy pertinente, pues comentó que él, en su proceso de selección de carrera leyendo el libro del CNU, entendió que esa era la profesión más adecuada para vivirla con amor, por su disfrute estando aislado, consigo mismo, solo.

—Pero no es lo mismo.

Después, surgió la figura de san Jerónimo, aislado en una cueva, cautivo a voluntad durante muchos días, meses y años, dicen algunos, para la traducción de la Biblia, la Vulgata. Es decir, que para traducir, el aislamiento es necesario, ponerse en cuarentena, confinarse en una habitación aislada, distanciarse socialmente...

—Pero no es lo mismo.

No es lo mismo porque entre todas estas voces sinónimas: cuarentena, aislamiento, presidio, confinamiento, ostracismo, encerrona, reclusión, prisión, encierro, que se han repetido en estos 220 días de permanencia obligada en casa, la voz ANTÓNIMA que danza en nuestras mentes y en nuestros corazones es ¡LIBERTAD!

—¡Claro!

Si para traducir decido aislarme, confinarme, recluirme, distanciarme socialmente por un tiempo corto o largo, dependiendo de la extensión del texto a traducir, lo hago a voluntad, libremente, por una decisión consciente para obtener el mejor producto: el texto traducido.

—¡Claro!

Y ese producto: una traducción coherente, bien lograda, adecuada al encargo me va a producir como traductor grandes beneficios personales por el deber cumplido y, obviamente, beneficios económicos por el trabajo realizado con satisfacción y amor.

Ahora bien, toda esta reflexión es de una profesora, que no es traductora, pero se dedica a áreas básicas en el ejercicio de la traducción, la lingüística, y, en este caso, interpreta con base en los niveles léxico-semántico-pragmático.

¿Qué rasgos semánticos asocian esas voces? ¿Por qué mi hermano, ante mi saludo al teléfono: ¿Cómo has estado?”, responde con ira: “Preso”, y yo entiendo claramente el profundo sentido de esa respuesta contenida en una sola palabra?

En lo pragmático, el contexto situacional en el que alguien utiliza esas palabras difiere. Aislarse en libertad para traducir no es lo mismo que aislarse obligatoriamente por orden gubernamental debido a una pandemia; el contexto es distinto: si traduzco aislado a voluntad, me capitalizo; aislado por un confinamiento estricto, me descapitalizo.

En lo léxico-semántico, la sinonimia de ese campo léxico que enumeramos arriba, se produce por los semas, rasgos semánticos semejantes entre ellos, como puede observarse en las definiciones de cada una y las consideraciones como sinónimos, por diccionarios de sinónimos y antónimos como el Word Reference en línea.

Veamos las definiciones. De ellas, tomo las acepciones que me interesan y destaco los semas comunes.


  • Cuarentena: (acepción II) aislamiento preventivo a que se somete (¿obligación?) durante un período de tiempo, por razones sanitarias, a personas o animales

  • Confinamiento: acción y efecto de confinar. Confinar: recluir dentro de unos límites. Confinaban a los judíos en campos de concentración. (¿Metafórico?)

  • Ostracismo: 2. apartamiento de cualquier responsabilidad o función política o social. (¿Trabajo? ¿Educación?)

  • Presidio: 3. Hist. Guarnición de soldados que se ponían en las plazas, castillos y fortalezas para su custodia y defensa. (Cualquier parecido con la realidad...)

  • Aislamiento: acción y efecto de aislar. Aislar: 2. apartar a alguien de la comunicación y trato con los demás. (¿Distanciamiento social?) 3. Impedir el paso (¿entre municipios?) o la transmisión de la electricidad, el calor, el sonido la humedad, etc. 4. Abstraer, apartar los sentidos o la mente de la realidad inmediata (casi, casi, ¿no?). (DLE, 2006)


Obviamente, esta es mi visión, comentada desde mi perspectiva en este contexto de restricciones.

Esas definiciones determinan el surgimiento de voces sinónimas, a partir de semas específicos (denotativos) y semas virtuales (connotativos) que se lexicalizan como palabras. Veamos a partir de la voz cuarentena en estudio qué nos da el Word Reference en su diccionario de sinónimos y antónimos;


  • cuarentena: incomunicación, separación, confinamiento, clausura, cierre, aislamiento;

  • confinamiento: cuarentena, clausura, presidio, relegación, internamiento, aislamiento, incomunicación, ostracismo, posposición;

  • ostracismo: destierro, exilio, extrañamiento, proscripción, alejamiento, relegación, confinamiento, aislamiento, vacío, boicot, alejamiento, exclusión;

  • presidio: encierro, encarcelamiento, cautiverio, reclusión, confinamiento, condena;

  • aislamiento: retiro, incomunicación, separación, apartamiento, cuarentena, ostracismo, soledad, confinamiento, reclusión.


Y leyendo mis argumentos, muchos “ritenses” se preguntarán: ¿por qué la profesora no ha subrayado el sema ‘incomunicación’ si se repite en todas las palabras?

Ilando fino el sentido propuesto en el marco de un rito de ilación, la respuesta es obvia. Se ha logrado un distanciamiento físico mas no “social”, que es el adjetivo que emplea el ordenamiento “Quédate en casa”. La comunicación lingüística es intercambio de sentires, ideas, emociones... y los medios, las redes, la tecnología nos han mantenido unidos y más comunicados cada día. Ellos difunden el grito de ¡LIBERTAD!, antónimo reiterativo en este cautiverio obligado.

Es mi interpretación, la manera como yo traduzco lo que vivo. Y pienso: ¿qué diría la persona contagiada de covid-19 en un hospital centinela, el migrante que regresa y queda “retenido” en un campamento, la persona que se encuentra varada en un país lejos de su hogar, el ciudadano que obligaron a hacer lagartijas en una plaza por haber salido de su casa a abastecerse de alimento, la persona de la tercera edad (¡a partir de 50 años!, ¡madre mía!) que no podía salir de su casa ni siquiera a tomar el sol?

En fin, ilando con el título, cuarentena y traducción, cabe citar cómo san Jerónimo concebía la traducción, según Georges Bastin (1994: 89): “Había aprendido que si bien la Palabra no engaña, los caminos que ésta sigue para alcanzarnos a cada uno tenían la calidad de los hombres que los abrían. (...) Traducir no era traicionar sino atraer a otras praderas el gran rebaño de palabras. No era transvasar viejas aguas en vasijas nuevas, sino literalmente transformarlas en vino”.

¡Salud! ¡Sentido! ¡Libertad!


ltarenas13@gmail.com




Referencias bibliográficas

Bastin, Georges (1994). “Jerónimo, la novela del santo traductor”, en Núcleo 8, 89-94.




Año VIII / N° CCCXXV / 22 de octubre del 2020


 

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