lunes, 2 de marzo de 2020

Si el coronavirus llega a América Latina, corona [CCXCIII]

Sara Cecilia Pacheco


 
Este virus (se) coronó hace más de 200 años.
La coronación de Napoleón (1807), de Jacques-Louis David


         Se sabe que en América Latina no somos monarquistas, nada de coronas, lo nuestro son más las democracias demagógicas, las dictaduras. De hecho, creo que por esa razón, el virus más famoso de este verano sureño no nació aquí.
         Erróneamente llamamos coronavirus al virus que está a diario en las noticias a causa de su rápida manera de contagiarse. En realidad se trata de un tipo de coronavirus, el COVID-19, que causa problemas respiratorios y es altamente contagioso.
         Los coronavirus se llaman así por la forma de corona que tienen sus puntas, es decir, tienen unas especies de coronitas en las puntas. Estas le permiten adherirse mejor a la mucosa y llegar a los pulmones, donde se pueden replicar con éxito.
         En este lado del mundo, coronas son las cervezas o las ínfulas que alguien pueda tener: Cree que tiene corona. Como verbo, tiene mucha riqueza. Mientras que en Venezuela coronar es tener relaciones sexuales en la primera cita, en Colombia y Ecuador, coronar es llegar a tener relaciones sexuales, expresión que en Perú sería más bien campeonar. A pesar de esos matices, la acepción similar a estas que recoge el Diccionario de la Real Academia es “Dicho de una persona: Engañar a su pareja con otra persona”. Asociado a la carga semántica de sexualidad, se me ocurre que la reproducción sería coronar a lo grande.
         En América Latina, no se puede asegurar que los sistemas de salud pública estén preparados para controlar la mortalidad por virus ya conocidos. De modo que si el COVID-19 llega a nuestras tierras, ¡corona!, y corona a lo grande, que es al fin y al cabo el propósito de la vida de un virus.

sarace.pacheco@gmail.com



Año VIII / N° CCXCIII / 2 de marzo del 2020

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