lunes, 23 de febrero de 2015

¿Pronombre de lugar en español? [XLV]

Daniel Avilán

 

 

 

 

 

         Para aquellos que hemos estudiado francés siempre ha resultado muy chocante que existan en ese idioma cosas que no existen en español y que, además, en alguna altura de la vida, estas cosas nos resulten hasta necesarias en nuestra lengua. Entre todas esas cosas que me hacen falta en español está el pronombre y de lugar del francés, que reemplaza, entre otras cosas, los complementos circunstanciales de lugar como referencia anafórica, por lo general.

         En una conversación en francés, por poner un ejemplo común, en la que hablemos de Venezuela, este sustantivo podría convertirse más adelante en el discurso en y, cuando cumpla función de complemento circunstancial de lugar, eg. Le Venezuela, j’y habite dès que j’y suis né. Pero en español se hace difícil retomar el mismo referente de la misma manera: Venezuela, yo vivo (ahí, aquí, allá...) desde que nací (ahí, aquí, allá...). Con toda certeza, existen en español varios elementos deícticos que cumplen funciones similares, pero, no en forma de pronombre, por lo que se ve en el ejemplo, al menos no que yo recuerde.

         Un día que me topé con un poema de Gonzalo de Berceo (Los milagros de nuestra Señora) noté este verso: “Avién y grand abondo de buenas arboledas” y me di cuenta, tal vez por mi ojo demasiado buscón, de que estaba ahí, en ocurrencia con el verbo aver de existencia, un pronombre y de lugar. No lo podía creer, pero estaba ahí: aver como avoir; entonces me resultó lógico: avoir en tercera persona del singular en presente del indicativo es il a, pero para existencia está il y a, justo como en español haber (o aver para Berceo) en tercera persona del singular en presente del indicativo es (él o ella o eso) ha, y para existencia está el pronombre y, que no pudo desaparecer por cosas de lógica lingüística, tal vez. Así, en español tenemos hay que en francés es il y a.

         Como con la lengua no debe uno dejar de ser curioso, y como yo soy además hasta obsesivo, me puse a buscar de manera poco seria y sin método alguno, ocurrencias del mismo pronombre en español donde se expresara existencia y encontré esto: estoy, soy, voy, doy, curiosamente todas en la primera persona del singular yo y en presente del indicativo.

         Esto me hace pensar en la profundidad con la que nuestra lógica morfosintáctica española (castellana acaso) expresa una manera particular de entender la existencia: estrechamente ligada con el espacio; el único espacio del que se tiene certeza, deícticamente hablando, el mío, el de la primera persona, en torno a la que todo el universo lingüístico gira.

         Si la lengua materna de Heidegger hubiera sido el español, su estudio sobre Ser y tiempo no habría sido el mismo.

 

daniel.avilan@gmail.com

 

 

 

Año II / Nº XLV / 23 de febrero del 2015

EDICIÓN DEL SEGUNDO ANIVERSARIO


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