lunes, 3 de abril de 2017

¿Sombrilla o paraguas? [CXLVI]



 
La magia de este objeto es tan habitual, que ya nos parece 
natural. Escenas de Mary Poppins (1964)


         Recuerdo que ya hace varios meses le había mencionado al administrador de estos queridos Ritos que pensaba escribir sobre una de las manifestaciones mágicas del lenguaje en uso que me parecen más admirables.
         Para ilustrar dicha manifestación casi fantástica recurriré a un mismo objeto que son dos a la vez: la sombrilla o el paraguas. No es que se trate de uno especial que haga volar a su portador como el de Mary Poppins, pero es tan mágica su naturaleza, que de lo habitual ya nos parece natural, que cambia su estado (sin cambiar) así como cambia el clima.
         Es preciso que haga mención de algunos conceptos que nos ayudarán a comprender el fenómeno. Dentro de la semántica, que es la disciplina lingüística que estudia el sentido, y al lado de la sinonimia, la antonimia, entre otros, están la polisemia y la homonimia. El primero explica que un mismo significante pueda tener distintos significados (por supuesto relacionados con su origen etimológico); éstas se pueden identificar en el diccionario, por ejemplo, porque tienen una entrada (significante) y varias acepciones (significados), por ejemplo: cresta. El segundo explica que existen palabras que se escriben igual (por supuesto con orígenes etimológicos separados) que tienen significados distintos (por lo tanto, son palabras diferentes); su presencia en el diccionario se evidencia porque cada homónimo tiene una entrada independiente; podemos ver el ejemplo de banco (de parque) y banco (de sangre, que también puede ser de arena, de valores…).
         Ahora bien, estos fenómenos nos ayudan a entender un aspecto, pero no explican la fascinante magia que hay en la dupla paraguas-sombrilla. Porque no hay, hasta donde yo sé, concepto alguno en lingüística que explique que un mismo objeto pueda ser otro y que sus significantes respectivos no tengan que ver entre sí (etimológicamente); lo mismo con sus significados.
         Para ser más ilustrativo, les cuento que hace unas semanas, antes de salir de mi casa, me preguntaba si sería conveniente llevarme el paraguas que ya tenía en mis manos. Al ver el sol radiante me dije: “Mejor me llevo la sombrilla”, y no tuve que cambiar el objeto; ya lo tenía.
         Si existe algo que lo explique, por favor, no me informen; quiero seguir pensando que el lenguaje cambia el mundo mágicamente.

daniel.avilan@gmail.com





Año V / N° CXLVI / 3 de abril del 2017

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