Edgardo Malaver
Mucho espacio para presidentes vacantes |
El Congreso de Perú vacó al presidente de la República, Martín Vizcarra, la semana pasada. Como Vizcarra había llegado a la presidencia, dos años y ocho meses antes, por ser el vicepresidente del gobierno de Pedro Pablo Kuczynski, que había dejado vacía la silla presidencial al renunciar, entonces la presidencia, según la Constitución, tenía que ser ocupada por el presidente del Congreso, que la semana pasada era Manuel Merino. Éste, que ostentaba el cargo desde los primeros días de la pandemia (porque el Congreso anterior había sido disuelto por Vizcarra) no tuvo oportunidad de disfrutar su luna de miel con el poder, pues casi todos los estudiantes universitarios de Perú y no pocos ciudadanos de más edad salieron a la calle a hacerle muchísimo ruido. Después de la juramentación, la primera vez que el nuevo presidente apareció en televisión (y lo hizo en video, no en vivo), fue para renunciar. Durante la noche anterior, habían renunciado todos sus ministros y la junta directiva del Congreso. Apenas habían pasado 122 horas.
No, no es que ahora en Ritos nos vayamos a dedicar a hablar de política. Es que si tres personas le preguntan a uno por “esa palabra tan rara” desde tres países diferentes, lo menos que se puede hacer es escribir la respuesta en Internet.
Ya en julio del 2018 escribí sobre el sustantivo vacaciones, al que se le nota que tiene la misma raíz que vacancia. Ahí ya dice lo que quiero decir hoy, así que, con el permiso del respetable, voy a transplantar un párrafo que necesito:
Vacaciones [y, por supuesto, vacancia] proviene del verbo latino vacare, es decir, ‘estar vacío, desocupado’. Ah, y concuerda con la inusualísima cuarta acepción: ‘el cargo o dignidad que está vacante’. De esta palabra derivan también vacío, vacuo e incluso evacuar (sí, vaciar... en todos los sentidos). Hasta los vagos, el vagar y la vagancia declaran su conexión con el vacare de nuestras vacaciones.
Eso es, vacancia es el sustantivo abstracto referido a la situación de “vaciedad”, de desocupación. Hasta podemos decir que un banco de la plaza que no está ocupado por nadie está vacante, o sea, en situación de vacancia. Las mociones de vacancia que se presentaron para echar del palacio de gobierno a Martín Vizcarra son simplemente peticiones de desocupar, de evacuar el palacio.
Ahora el que quedó vacante fue Merino. Un político de la oposición, que en Perú no se sabe bien hacia qué lado se inclina, dijo el lunes, día en que se debía elegir al nuevo presidente, que la palabra del día tenía que ser legitimidad, pero en Perú la palabra del año (por lo menos del mes de noviembre) ha sido vacancia, ni siquiera pandemia, como en el resto del mundo.
Vizcarra puede sentirse ahora de vacaciones, pero no podrá vagar fuera de su país porque entregó el pasaporte en la Fiscalía. Los estudiantes, cuyas vacaciones ya están cerca, siguen gritando que hay que vacar hasta al portero del Congreso.
emalaver@gmail.com
Año VIII / N° CCCXXX / 18 de noviembre del 2020
Muy buena la explicación! La verdad es que es una palabra muy poco usual.
ResponderBorrarMuy buen artículo. Por supuesto que disfruto mucho los de Ariadna y los de L. Roberts, pero es que me encanta tu estilo. Todos hacen un trabajo maravilloso. Felicitaciones!
ResponderBorrar¡Gracias, Unknown! ¡Gracias, Belisma! A mi me encantan tus comentarios, así que estamos a mano. ¡Ja, ja, ja, ja...!
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