Corona de Adviento: cada vela, un domingo |
Otra palabra derivada de soldada es soldadesca, que, entre otras cosas, significa ‘tropa indisciplinada’.
Y si la soldadesca se indisciplina por la falta o insuficiencia de la soldada,
la única forma de calmarla es con el botín. Y no me refiero a la bota de caña
corta, sino a sus otras acepciones: 1. despojo
que se concedía a los soldados, como premio de conquista, en el campo o plaza
enemigas. 3. Beneficio que se obtiene de un robo, atraco o estafa.
La práctica de repartir el botín con la
tropa ya era habitual en Roma, pero en la Edad Media, los reyes y señores
feudales cuya única forma de incrementar su riqueza era apoderase de las
tierras del vecino, no tenían suficiente tropa y llamaban a filas a sus
campesinos con la promesa de disfrutar de un opíparo botín, es decir, lo que
sería un bono en nuestros términos salariales actuales. En la historia hay
famosos botines producto de famosos saqueos. Recordemos que en la cuarta
Cruzada, las naves venecianas se dirigían a liberar Tierra Santa, pero ante las
noticias de que el botín que les esperaba era menguado y su soldada escasa,
decidieron desviar el rumbo y atacar, invadir y saquear Constantinopla, robando,
violando, y pasando a cuchillo a cuanto buen cristiano se les ponía por
delante, pero, claro, como eran ortodoxos, es decir, de otro club, había
indulgencias. Gran parte de los tesoros artísticos que hoy se contemplan en
Venecia son procedentes de ese enorme saqueo.
El otro saqueo más famoso fue el
llamado Saco de Roma en 1527. Las tropas del cristianísimo emperador Carlos I
de España y V de Alemania, se amotinaron tras ganar una batalla en el norte de
Italia y no recibir su soldada y decidieron bajar hasta Roma, porque allí sí
que había de donde agarrar y como el papa Clemente VII era enemigo del
Emperador, pues si no indulgencia, sí justificación política, que viene a ser
lo mismo. Soldados españoles, alemanes, holandeses y hasta italianos, pasaron a
cuchillo a la Guardia Suiza y a todos los defensores de Roma y del Vaticano y
el propio papa se escapó por los pelos encerrándose en el castillo de Sant’Angelo.
Vaticano, San Pedro, iglesias, excepto las españolas, palacios, todo fue
saqueado.
Según viajeros y periodistas, algunos
países de África sumidos en la pobreza y el caos están padeciendo esta peste
resucitada del botín, en sus dos acepciones antes apuntadas, como medio de pago
a sus fuerzas de orden público, ante la imposibilidad de remunerarles con una
soldada decente. Algunos incluso dicen que en algún país de Latinoamérica, con
igual pobreza, caos y anomia, sucede lo mismo. ¡Válgame Dios! Robos de
celulares en la calle a plena luz del día, extorsiones mafiosas a comerciantes,
pago de “peajes” en alcabalas de calles y carreteras, requisa de mercancía en
autobuses en las carreteras, robo de camiones que transportan alimentos, “incautación”
de divisas y de moneda nacional, si la hubiere, directamente de las billeteras,
supuestas infracciones de tráfico que han de pagarse en divisas o en una noche
en la playa en su defecto, si la infractora lo merece, secuestros, asesinatos
por encargo o por “vendetta”, etc., etc.
Cuando las fuerzas de orden público son
la mayor causa de zozobra y miedo de la ciudadanía, no solo la anomia de un
país ha llegado a su punto álgido sino que las esperanzas de recuperación
social y moral se ven difíciles, complejas y a muy largo plazo. Ojalá no ocurra
nunca esto en nuestro país y, puesto que estamos en pleno Adviento: ¡Dios nos
coja confesados!
luisroberts@gmail.com
Año VII / N°
CCLXXXIII / 23 de diciembre del 2019
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