Quienes
me conocen saben que no soy ni amigo ni usuario de las redes sociales, sólo Twitter
para informarme y con reservas. Pero me acaba de llegar la noticia comentada de
un libro que apareció en 2014 en Espasa, Las
101 cagadas del español, debido a un equipo de periodistas dirigido por
María Irazusta y cuyo origen es un hilo que se abrió en Facebook bajo el titulo
Reaprender el español. En él se
recogen los errores (por no repetir el sustantivo del título) que se vienen
cometiendo usualmente en nuestro bello idioma, algunos de los cuales ya
cometieron Cervantes, Lope y hasta Delibes y Umbral.
Sus capítulos tienen títulos tan
sugestivos como “Femeninos travestidos”, “Anglicismos a full”, “No te comas la
coma” o “La Pacheca por el corral y la Bernarda por...”; sólo ya el título del
primer capítulo nos anuncia lo que viene después: “Sin eufemismos: Obama es
negro”. En este se lee:
Nuestro lenguaje es un reflejo de la sociedad. Y nos
estamos volviendo, con perdón, un poquito tontos. A la gente no se la despide, se la ‘desvincula’. No
hay pobres, solo ‘desfavorecidos’. Y claro, no hay negros, solo personas ‘de
color’. ¿De qué color? Llegamos al ridículo.
Que se tomen un poco a guasa la caterva de desmanes en
castellano no es óbice para que la RAE haya
sido la Biblia que seguir para el rigor de estas lecciones. Aunque también
carraspeen ante algunas decisiones de los académicos:
¿Cómo no
pueden reconocer el superlativo negrísimo
y admitir almóndiga o madalena? Voy a decir una cosa un poco
irreverente, sobre la tilde del solo: Yo hago el amor los fines de semana solo
[risas]. ¿A que puede significar dos cosas?
Por cierto que esta almóndiga
aceptada por la RAE —¿por qué no aceptar también la mal usada cocreta?— es una de las varias metátesis
(cambiar de lugar un sonido dentro de una palabra) como murciégalo (malhechor causante del terrible “corovanirus”), asín o vagamundo, que junto al consejo —¡ojo!, sólo aconseja o recomienda,
no obliga— de eliminar la tilde del sólo,
no sólo me hace carraspear sino rechazar, respetuosamente, algunas decisiones
de la RAE.
Ya el genial Gabriel García Márquez pidió en un polémico
artículo —yo diría que no fue sino una pirueta surrealista de su genio—
suprimir la tildes del castellano. Como dice al respecto Ángel Lucas Sucasas:
“¿A que no es lo mismo presidió que presidio?”. Aunque para algunos la
diferencia puede ser sólo de esperar un poco. Lo que no sé, porque aún no he
leído el libro, es si entre los 101 deslices, o des-heces, incluyen los
pleonasmos, o redundancias, que tantos usan normalmente, como lleno completo, desenlace final, obsequio
gratuito, hace tiempo atrás, sorpresa inesperada, adelantar un anticipo y tantas otras.
Quien esté libre de haberlas dicho o escrito alguna vez, que
tire la primera... lo que sea, pero yo no lo haré. Lo que sí haré en cualquier caso,
para ilustrarme y divertirme, es precipitarme a leer el libro.
luisroberts@gmail.com
Año VII / N°
CCXCI / 17 de febrero del 2020
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