martes, 7 de septiembre de 2021

SEPTEMBRIS [CCCLXV]

Ariadna Voulgaris

 

 

 

Así comienza todo con las jirafas: con la lengua

 

 

         Mi amiga Alejandra no fue esta vez quien me lanzó la pregunta salvadora que me ha inspirado en otras ocasiones a escribir sobre los nombres de los meses, sino quien me obsequió con la respuesta. Ella misma se preguntó, investigó y se respondió. “No podía esperar que Ritos atendiera mi caso”, me escribió. Alejandra se preguntaba si era sensato dejarse influir por la “moda moderna” de la gente dice setiembre en lugar de septiembre. Lo primero que me vino a la sesera fue decirle: “¿Dónde oyes tú a los venezolanos decir setiembre?”. Y me contestó: “Solo a los lactantes, pero en otros países como que está de moda, ¿no?”. No lo sé, le dije, porque no lo sé, y estoy muy lejos. Y después de mucho insistir yo, me confesó que tiene un admirador argentino que dice así y la corrige como si fuera el profesor Jirafales.

         La primera de las fuentes que me envió es el artículo de Ricardo Roca al respecto, aparecido en septiembre del año pasado en su página La Palabra del Día. Lo leí con placer porque me tocaba escribir sobre eso para hoy, pero también vi ya en mi bola de cristal el solitario destino que le espera al galán de la lengua. En Cuba, España y algunos países de América del Sur es más frecuente la forma más breve, según el artículo. Esos otros son Perú, Uruguay y... ¡Argentina! Lo doloroso, para el pretendiente engreído, es que Roca dice que setiembre es “la forma irregular” y “minoritaria” del nombre. ¡Ay, ay, ay...!

         Comenta también que muchos atribuyen a setiembre una mayor modernidad que a septiembre (y es comprensible esa presunción, me dice el director de Ritos, porque estas combinaciones dificultosas para la mayoría, como ps-, -st, -bs- y otras, han ido desapareciendo del habla, de la escritura y, ergo, del diccionario; por ejemplo, de psicología a sicología, de postguerra a posguerra, de subscripción a suscripción). Sin embargo, por lo que explica Roca, este “debilitamiento articulatorio” del sonido de la pe está registrado ya en la Edad Media. O sea, bien antiguo que es.

         Pero el admirador de mi amiga va a sentir una herida en su orgullo cuando lea lo que dice el Diccionario Panhispánico de Dudas de su amada pero, en apariencia, poco consultada Academia Española:

 

septiembre. ‘Noveno mes del año’. Existe también la variante setiembre, reflejo en la escritura de la relajación de la p en la articulación de esta voz; pero en el uso culto se prefiere decididamente la forma etimológica septiembre.

 

         Lo que no he dicho es que las dos palabras son válidas según el lugar donde las usemos. Al César lo que es del César. Nada del otro mundo. Más curioso se me hace a mí el hecho de que en latín SEPTEMBRIS no era el ‘séptimo mes’ (ah, los hablantes que pronuncian setiembre también pronuncian sétimo), como sería lógico, porque en realidad es el noveno. Esto se debe a la modificación que se hizo en el siglo IV antes de Cristo, cuando enero y febrero, de sus posiciones como undécimo y duodécimo meses del año, pasaron a la primera y segunda, respectivamente.

         Este es el tipo de cosas con que la lengua lo enamora a uno (o a una). Hasta para enamorar hay que estudiar un poquito. Al menos, es más erótico. Alejandra, amiga, date cuenta.

 

ariadnavoulgaris@gmail.com

 

 

 

Año IX / N° CCCLXV / 6 de septiembre del 2021

 



Otros artículos de Ariadna Voulgaris

AVGVSTVS

IVNIVS

Este mayo de oro

APRILIS

MARTIVS

No hay comentarios.:

Publicar un comentario