El actor Rafael Briceño en el papel de Juan Vicente Gómez en la telenovela Gómez (RCTV, 1980) |
Hay
un famoso personaje legendario que, al igual que el Niño Jesús, nace todas las Navidades,
pero no para alegrarlas, sino para arruinarlas, aunque luego se le ablanda el
corazoncito y se rinde ante ese ambiente de paz y armonía. El señor en cuestión
es el Grinch.
Ese
personaje verde es conocido por lo malhumorado o gruñón que es. Tengo un vecino
que además de tener cara de Juan Vicente Gómez en foto, o sea, serio, también
es ‘grinch’; hasta los ratones salen despavoridos de su casa. En fin.
Todo
este intro es porque me he topado con
la españolización del nombre de nuestro personaje navideño, gracias a mi
progenitora, quien en una conversa por teléfono con su archivecina expresa:
“Mijita, es que ahorita to el mundo anda engrinchao”. Yo volteo y la miro con
cara de haber escuchado un idioma africano, y me digo: “¿Engrinchao?”.
Es
que resulta que cuando una persona anda molesta, a la defensiva, quizás hasta
sensible, ella le dice que está engrinchao. ¡Qué metáfora tan maravillosa! Hay
una relación lógica entre la adjetivación y lo que representa el personaje. El
Grinch se la pasa molesto y pensando cómo fregarle la Navidad a los que están
felices con ella. Además, el mister
es verde, y nosotros también “nos ponemos verde” cuando nos alteramos. Todo un
mundo de asociaciones.
Ignoro
si alguien más la usa, la conoce o cuál es su frecuencia, pero por el solo
hecho de que mi santa madre, como buena sanjuanera, al igual que Aquiles Nazoa,
la haya creado, es dignísima de incorporarse al magno diccionario de
venezolanismos.
laurajaramilloreal@gmail.com
Año VI / N° CCXX
/ 6 de agosto del 2018
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