Ariadna Voulgaris y Edgardo Malaver
[Fragmentos de un diálogo por chat entre los autores]
—Profesor Malaver, ¿cómo
está?
—Hola, Ariadna. [...] Bien,
bien. ¿Y tú?
—Bien. [...] Desde hace
días, profe, quiero hacerle un comentario. O proponerle un artículo para Ritos.
[...]
—Qué bien. ¿De qué se
trata?
—Es que estuve revisando
los primeros artículos, de 2013, y me gustó mucho uno que se llama “Diminutivos ocultos”, de José Antonio Millán.
—Ah, sí, a mí también me
gusta ese texto. [...] Cómo me gustaría que Millán un día se animara a publicar
otro con nosotros.
—Ojalá [...] porque es muy
inteligente, por lo que he leído. Yo pensé en un artículo en que habláramos, no
de los diminutivos sino de los aumentativos ocultos que tenemos en castellano
(perdone, profe, es que estuve trabajando en Cataluña el año pasado y me
acostumbré a decir castellano). Me
llaman la atención unas cuantas palabras que parecen aumentativos pero que no
sé si lo son.
—[...] Me pasa lo mismo.
Hace unas dos semanas se lo comentaba a mis alumnos.
—Estaba pensando en camión, por ejemplo. ¿De dónde viene camión?
—¡Aaaaahhh...! ¡Ariadna, me
estás leyendo la mente!
—Pero ¿sabe de dónde
proviene camión, profe?
—No [...] pero quiero
saber. [...] ¿De dónde?
—No, yo tampoco sé, creía
que usted me podía decir.
—[...] Hace días, como te
dije, les mencioné ese mismo [ejemplo]
a mis estudiantes en clase y les dije, para estimularlos a que lo hicieran
ellos, que lo iba a averiguar [...].
—Anyway, lo que yo quería comentarle de camión es que es lo que José Antonio Millán llamaría un “aumentativo
oculto”, porque no sabemos de ninguna otra palabra [de la cual] sea aumentativo. Es un aumentativo, ¿verdad?
—Pues si no lo es, actúa
bien.
—Ajá...
—[A mí me llama] la atención que se pueda combinar, que la gente lo
combine con tanta facilidad con diminutivos...
—¡Sí! ¡Sí! Camión, camioncito. Camión, camioneta.
—¿Y caminonetica?
—¡Diminutivo sobre
diminutivo sobre aumentativo! En realidad está bastante oculto.
—Ciertamente.
—¿Y cuando uno dice,
pongamos, pintón, que es como ‘pinto
grande’ , pero luego quiere decir que la fruta está más pintona, es decir, un
poco más madura, dice pintoncita.
—Qué ejemplo tan ejemplar.
Pasa algo parecido con avión y avioncito; pero es sólo parecido porque avión sí “es” un ‘ave grande’, no es un
aumentativo oculto.
—Ah, es verdad, pero gracias
por el ejemplo.
[...]
—Bueno, hay que ponerse a
reunir el corpus para estudiarlo. ¿O ya lo tienes reunido?
—Sí, tengo unos cuantos: balcón (que tiene sus diminutivos
también); halcón, patacón, acción, ambón, talón, razón, histrión, perdón...
—Tenemos que “reunirnos”
para comparar notas, como dicen los americanos.
—Ok, lo espero aquí en [Atenas]. [ícono de sonrisa]
—[...]
—O sea, profe, ¿que no
estoy tan lejos del camino?
—Ah, no, yo no soy quien
tiene que decirte eso. Tú sabes lo que sabes.
[...]
—Es como el caso de los
nombres del idioma.
—Ah, no te lo dije antes,
cuando lo mencionaste, pero a mí no me molesta que se diga castellano y no defiendo que se diga español. [...] Los dos nombres son buenos, aunque ninguno de los
dos sea santo.
—Hablando de eso...
ariadnavoulgaris@gmail.com / emalaver@gmail.com
Año VI / N° CCXIII / 18 de junio del 2018
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