Edgardo Malaver Lárez
San José con el Niño en brazos (1700), de José Lorenzo Zurita |
Quizá
ya me hayan oído decir que la traducción legal y yo no somos amigos. De vez en
cuando hacemos algún negocio, nos saludamos como caballeros y, una vez
finiquitada la transacción —o antes, si lo permiten las circunstancias—, nos
despedimos, sin muecas pero sin sonrisas, y vuelve cada quien a su vida sin
meterse con el otro. No es una relación que me llene de placer, pero a veces me
permite reflexionar.
El
mes pasado, el que acaba de terminar, colaboré con una intérprete pública amiga
que tenía exceso de trabajo y ya tenía la fecha de entrega demasiado cerca. Traduje
para ella una partida de nacimiento que, como es moda ahora, venía acompañada
de certificaciones de funcionarios de mayor jerarquía que la del prefecto que
originalmente la había firmado. Y resulta que entre tantos que habían
“examinado” el documento para “dar fe” de su autenticidad, se habían colado
errores e imprecisiones que se sumaban al lenguaje antiguo y a la torpísima
puntuación para crear, al menos, algo de confusión. El encargante, al menos, hijo
del titular, estaba tan confundido que le escribió a mi amiga para preguntarle:
“Licenciada, ¿en qué año nació mi papá?”.
La
que yo creo la principal razón de esta confusión es la expresión de las referencias
temporales en el documento (lo que en lingüística se llamaría deíxis
temporal). Voy a modificar las fechas para no llamar la atención del Poder
Judicial con este ejemplo. El documento afirmaba que aquel 14 de junio de 1940,
un ciudadano presentaba ante las autoridades a un niño que había nacido el 10
de febrero “del año próximo pasado”. Esta expresión no representó problema para
mí al traducir ni para mi amiga traductora al revisar. Yo la traduje como “last
year” y ella no le puso objeción. ¡Pero...! Las certificaciones conspiraban
para esconder la verdad. Al final de una de ellas decía que el nacimiento
estaba asentado en el libro de 1940, aunque esta era en realidad la fecha de
presentación.
¿Por
qué algunos documentos —y también gente que habla así, queriendo parecer más
educada que los demás— recurren a esta forma de señalar el tiempo? ¿No es una
especie de oxímoron decir “próximo pasado”? ¿Por qué creímos nosotros que en
ese documento esto se refiere al año anterior? Para llegar a la respuesta debemos
concentrarnos en la palabra próximo, es decir, ‘cercano’, ‘inmediato’,
incluso ‘contiguo’. Pensemos en la proximidad que tenemos con algunos
amigos o en la aproximación que hacemos con los decimales al número
entero más... cercano. En la calle uno sabe que puede haber peligro con la
gente que se nos aproxima demasiado.
Es
decir, una expresión como el lunes próximo pasado se refiere al ‘lunes [inmediatamente]
pasado”, anterior al lunes de la presente semana. El problema puede ser que en
la actualidad, en la lengua cotidiana y en contexto temporal, la palabra próximo
remite exclusivamente al futuro, por lo que podía ser difícil comprender la dichosa
expresión en aquel documento.
Queda
aún preguntarse por qué entonces no interpretar ese “próximo pasado” como un
deíctico que señala desde la fecha de emisión de la partida hacia la fecha del
nacimiento del niño, que siempre tiene que ser anterior (y que parece ser lo
que pensó el encargante de la traducción). No en vano febrero está más cerca de
junio que el año anterior. Sencillamente no puede interpretarse así porque, estando
en 1940, el redactor dice explícitamente que el niño nació “el año próximo pasado”
y no, por ejemplo, “el 10 de febrero próximo pasado”.
En
ocasiones, también aparecen formulaciones como en octubre último pasado
(que parece redundancia, ¿verdad?), en las cuales último quiere decir ‘el
más reciente’ (o sea, que sí lo es). En el sentido contrario, cuando lo que se
desea hacer es apuntar hacia un momento cercano en el futuro, el deíctico
equivalente es el año [o el mes o la semana o el día] próximo venidero.
Aquí descubrimos, sin ningún esfuerzo, que la simple elisión de venidero
es lo que ha dado lugar a que ahora próximo sea sinónimo de futuro.
No
sé si llegaré a llevármela tan bien con la traducción legal como con otros
tipos de traducción; pero sí sé que los otros idiomas perdieron su oportunidad
de ofrecerme tan deliciosos manjares. La semana próxima venidera, la que viene
inmediatamente después de esta, tengo que traducir textos sobre ecología. Ya les
contaré si germina alguna idea en mi mente.
emalaver@gmail.com
Año IX / N° CCCLXXVI / 20 de enero del 2022
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