Edgardo Malaver Lárez
Francisco Solano nació en la ciudad
andaluza de Montilla el 10 de marzo de 1549. Pertenecía a la Orden de San
Francisco de Asís, cuyo amor por la pobreza y la alegría lo atrajo
poderosamente en su primera juventud. A los 40 años, solicitó ser enviado a
predicar en África, pero fue enviado a América y, durante 20 años, recorrió el
sur del continente predicando la palabra de Dios, mayormente a los indígenas.
Un naufragio lo dejó en Lima el año siguiente y desde ahí, a pie y movido por
el deseo de salvar almas para el Señor, viajó más de 3.000 kilómetros hasta
Tucumán, Argentina, donde estaba destinado. Fray Francisco cumplió su misión
entre el Chaco paraguayo y Santa Fe, entre Uruguay y Córdoba, entre el Río de
la Plata y Bolivia. Algunos de sus biógrafos dicen que tocaba bien el violín y
la guitarra y alegraba con ellos a todos los que lo rodeaban, siguiendo siempre
el ejemplo del “pobre de Asís”. Pobre y santo, murió en su habitación en julio
de 1610, en Lima; fue proclamado santo en 1726.
Pero no es él a quien se homenajea con la existencia en Caracas de una avenida Solano.
Carlos Antonio López nació en Asunción, Paraguay, el 4 de noviembre de 1792. Como san Francisco Solano, ingresó en el seminario muy joven, pero por consejo de su familia. Más tarde, prefirió estudiar derecho y, después, oponerse políticamente a su tío José Gaspar Rodríguez de Francia, que entre 1816 y 1840, año de su muerte, ostentó el título de dictador perpetuo del Paraguay. Después de los dos golpes de estado de 1841, López terminó siendo secretario del comandante general Mariano Roque Alonso (1792-1853), líder del levantamiento. En 1844, el Congreso tenía que elegir presidente y López se convirtió así en el primer presidente constitucional de la República de Paraguay al entrar en vigencia la nueva constitución que él había contribuido a redactar. Su primer período debía terminar, y terminó, en 1854, pero lo reeligieron para tres años más, a pesar del saldo autocrático de su primer gobierno, amparado por las muchas omisiones de su constitución. Al final de su segundo período, fue reelecto para 10 años más, pero la muerte lo alcanzó en 1862. Y entonces, gracias a su estratégica ubicación en el cargo de vicepresidente, su hijo de 35 años heredó el poder.
Tampoco es este abogado López al que los caraqueños nombran al recorrer la avenida Solano.
El joven hijo del difunto presidente, que recibía una nación en relativo progreso, en sus primeros años construyó hospitales, teatros, escuelas y oratorios, abrió vías férreas y otorgó becas a estudiantes. Inauguró su gobierno anunciando una política nacionalista y de hecho protagonizó varios conatos de invasión a sus vecinos más cercanos. En 1865, condujo al país a la Guerra de la Triple Alianza, contra Brasil, Uruguay y Argentina, en la cual perdió la vida durante la Batalla del Cerro Corá en marzo de 1870. En Francia, como embajador, se había enamorado de una irlandesa, que trajo a Paraguay en contra de la voluntad de su familia y que le dio siete de sus diez hijos. Había nacido, como su padre, en Asunción el 24 de julio de 1826 con un apellido que se encargó de legar a una tercera generación de políticos y soldados paraguayos. A causa de la devoción a aquel santo español que recorrió media América del Sur a pie, había sido bautizado con el nombre de Francisco Solano.
Este mariscal López es el epónimo de la afamada avenida caraqueña.
Pero no es él a quien se homenajea con la existencia en Caracas de una avenida Solano.
Carlos Antonio López nació en Asunción, Paraguay, el 4 de noviembre de 1792. Como san Francisco Solano, ingresó en el seminario muy joven, pero por consejo de su familia. Más tarde, prefirió estudiar derecho y, después, oponerse políticamente a su tío José Gaspar Rodríguez de Francia, que entre 1816 y 1840, año de su muerte, ostentó el título de dictador perpetuo del Paraguay. Después de los dos golpes de estado de 1841, López terminó siendo secretario del comandante general Mariano Roque Alonso (1792-1853), líder del levantamiento. En 1844, el Congreso tenía que elegir presidente y López se convirtió así en el primer presidente constitucional de la República de Paraguay al entrar en vigencia la nueva constitución que él había contribuido a redactar. Su primer período debía terminar, y terminó, en 1854, pero lo reeligieron para tres años más, a pesar del saldo autocrático de su primer gobierno, amparado por las muchas omisiones de su constitución. Al final de su segundo período, fue reelecto para 10 años más, pero la muerte lo alcanzó en 1862. Y entonces, gracias a su estratégica ubicación en el cargo de vicepresidente, su hijo de 35 años heredó el poder.
Tampoco es este abogado López al que los caraqueños nombran al recorrer la avenida Solano.
El joven hijo del difunto presidente, que recibía una nación en relativo progreso, en sus primeros años construyó hospitales, teatros, escuelas y oratorios, abrió vías férreas y otorgó becas a estudiantes. Inauguró su gobierno anunciando una política nacionalista y de hecho protagonizó varios conatos de invasión a sus vecinos más cercanos. En 1865, condujo al país a la Guerra de la Triple Alianza, contra Brasil, Uruguay y Argentina, en la cual perdió la vida durante la Batalla del Cerro Corá en marzo de 1870. En Francia, como embajador, se había enamorado de una irlandesa, que trajo a Paraguay en contra de la voluntad de su familia y que le dio siete de sus diez hijos. Había nacido, como su padre, en Asunción el 24 de julio de 1826 con un apellido que se encargó de legar a una tercera generación de políticos y soldados paraguayos. A causa de la devoción a aquel santo español que recorrió media América del Sur a pie, había sido bautizado con el nombre de Francisco Solano.
Este mariscal López es el epónimo de la afamada avenida caraqueña.
emalaver@gmail.com
Año II / Nº XXX / 10 de noviembre del
2014
No hay comentarios.:
Publicar un comentario