Edgardo Malaver Lárez
Hace quizá
más de un año comencé a oír decir, y fue en clase, que la palabra etcétera
ya no se usaba; peor: que no debía usarse; y peor aún: que era un error. Y mucho
peor: que no debía usarse porque la Real Academia había dicho que ya no se usaba
y que no debía usarse porque era un error. Lógicamente, mi reacción inmediatamente
fue detener la clase para preguntarle al estudiante que hacía semejantes afirmaciones:
“¿Dónde leyó usted eso?”. La respuesta aquel día fue: “Lo oí decir”. Al día siguiente
la respuesta fue: “La profesora de Castellano lo dijo en la clase del jueves”. Dos
días después fue: “No sé, simplemente no se usa”. Considerando que la obligación
de todo estudiante es cuestionar siempre lo que el profesor dice en clase, me sentí
triste.
Como una
semana después comencé a observar que los periodistas de los noticieros de televisión
evitaban el uso de etcétera en los momentos en que era más natural usarlo
y que, como consecuencia, les salían unas oraciones... fatales. Repentinamente,
sin que nadie supiera cómo ni desde cuándo ni por qué, etcétera estaba obsoleto
y, ergo, proscrito. Todos, de repente, comenzaron a sustituir esta palabra que nos
acompañaba desde los tiempos de Adriano por entre otros, como si ésta tuviera
algo que ver con aquélla. Lo indeseable, sin embargo, no era lo obsoleto, sino la
vaciedad de los argumentos.
Etcétera
no puede ser un error. Y la Academia no puede prohibirla. Y si se atreviera a prohibirla, dado que no se le hace caso en casi nada, ¿por qué en esto sí? ¿Qué significa etcétera?
En primer lugar, son dos palabras que con el tiempo se han unido en una sola: et
y cetera. Como muchos saben, et es, en latín, la conjunción equivalente
a nuestra y. (En francés, a pesar de los siglos que han pasado, aún se escribe
así.) La palabra cetera es el plural de ceterus, que puede traducirse como ‘lo demás’, ‘el resto’,
‘lo que falta’, siempre de la misma clase. Se usa para no tener que mencionar todos
los elementos de un conjunto cuando esto no es necesario para la comprensión.
No logro
comprender por qué, pero los que de repente comenzaron a decir que etcétera
era un error creen que puede y debe sustituirse por entre otros, expresión
que significa, ni más ni menos, ‘entre otros’, no ‘lo demás’. Eso no tiene sentido.
El sentido de etcétera no es que los elementos nombrados se encuentran entremezclados
con ‘otros’ elementos, aunque lo están o pueden estarlo. Ese es el sentido de entre
otros. El de etcétera, que ya ha sido explicado, es que no nos hace falta
mencionar eso que incluimos en el etcétera.
Hay dos
formas de reconocer la necesidad de un etcétera de la de un entre otros,
que tiene otros usos. Fíjese en estas dos oraciones:
· Se ha registrado una
amplia expansión de Internet en los países de América del Sur: Chile, Argentina,
Colombia, etc.
· Se ha registrado una
amplia expansión de Internet en los países de América del Sur: Chile, Argentina,
Colombia, entre otros
No puede
usted decir que en la primera dice lo mismo que en la segunda. Este entre otros
no es buen sustituto para aquel etc., y las dos oraciones no son sustituibles
una por otra. La primera tiene sentido y la otra no. En la primera, el emisor del
mensaje comienza a enumerar los países sudamericanos y se da cuenta de que sería
demasiado largo mencionarlos todos, de modo que lo resume diciendo ‘et cetera’.
Chile, Argentina, Colombia... y los demás de ese grupo, el especificado, y no voy
a mencionarlos todos porque mi interlocutor no lo necesita. Es un grupo tan preciso,
que ni siquiera hace falta que mencione ninguno. Haga la prueba: quite los nombres
de los países y observe si la oración anterior a los dos puntos es suficiente.
(Este artículo continuará la próxima semana.)
emalaver@gmail.com
Año II / Nº XVII
/ 11 de agosto del 2014
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