Edgardo Malaver Lárez
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La flor de la zanahoria ya no estaría al final de la lista |
La semana pasada me preguntaba mi hija pequeña para que servía la letra K. (Agrego de una vez, desordenadamente, porque se me puede olvidar más tarde, que discutimos durante varios minutos si el nombre de la letra debía escribirse con ce o con la propia ca, y terminamos riéndonos mucho por causa de esas letras cuyos nombres comienzan, o pueden comenzar, con otras letras... “Es que no tienen mucha autoestima”, nos dijimos.) Ya se habrán imaginado que le expliqué que, al igual que la doble ve, la ca se utiliza para escribir palabras de origen extranjero que aún no nos hemos decidido a escribir con nuestra ce. Y le mencioné el artículo de Ritos sobre Catar del 2 de enero del año pasado, que no era buen ejemplo porque no involucra la doble ve pero que nos llevó al uso de la cu, que el alfabeto de Andrés Bello se utilizaría para escribir toda la serie de las sílabas ca-, que-, qui-, co-, cu- y sus emparentamientos con otras consonantes y vocales. O sea, se escribiría Qaraqas, saqeo, qinto, banqo y qualqiera.
—¿Y cereza?
—Cereza se escribiría seresa. Y circo sería sirqo.
—¿Y zanahoria?
—Sanaoria.
—¡¿Y entonces qué se escribiría con ce?!
—Pues nada. Dejaría de existir... y de confundir.
—Ay, qué bueno sería.
—Ciertamente, sólo que luego no seríamos capaces de leer todo lo que se ha escrito en el pasado, o nos costaría muchísimo. Lo que se está escribiendo hoy mismo sería casi incomprensible dentro de muy poco tiempo. Para muchos significaría volver a aprender a leer y escribir. Y una cantidad inmensa de gente se negaría a hacerlo.
Y termina diciéndome pícaramente, en voz bajita, como protegiéndose la boca con una mano: “Sería como un lenguaje secreto”.
¿Se imaginan? Que el alfabeto volviera a ser un lenguaje secreto, aunque todos sepamos leer y escribir... Fascinante.
emalaver@gmail.com
Año XII / N° CDLXXIV / 19 de agosto del 2024
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