Edgardo Malaver
Ahí te
dejé varias frutas. Naturaleza
muerta con flores y frutas, de Marcos Castillo |
Hace ya un tiempo se me ocurrió hacer
una “encuesta” para explorar qué idea tienen los hablantes del español de la
cantidad de objetos a la que se refieren cuando dicen “varias nubes”, “varios
niños”, “varias naranjas”. No he llegado a hacerla seriamente, es decir, más
allá de hacerles la pregunta a dos o tres personas que se encuentren conmigo en
el momento en que lo pienso... y si el contexto lo permite; pero ahora he
comenzado a escuchar con demasiada frecuencia, por ejemplo en las noticias,
expresiones como “En el mundo viven varios habitantes”, “Son superproyectos de
varios dólares”. ¿De veras viven en el mundo “varios habitantes”? ¿Cuántos
millones de dólares son “varios dólares”?
En primer lugar, la palabra varios es —aunque a mí me gusta más decir que puede actuar
como— un determinante indefinido del
sustantivo. (Hay quienes lo llamarían “adjetivo determinante”, pero siempre
sería indefinido.) Uno puede decir, por ejemplo, Allá hay varios juguetes,
pero ni el hablante declara cuántos hay ni, a partir de estas palabras, el oyente
logra adivinarlo. Hay que ir a contarlos. Lo único que está claro, a pesar de
la indefinición, es que no son muchos. Varios, entonces, es
sinónimo de pocos... incluso muy pocos.
Además, varios puede actuar
también como pronombre indefinido, o sea, que como cualquier pronombre, es
capaz de sustituir un sustantivo. En la oración Tengo en casa varias ediciones
de este libro, varias es determinante indefinido, pero se convertirá
en pronombre indefinido si la oración cambia a Tengo varias. Aquí, igualmente,
no tenemos idea del número preciso de ediciones de las que se habla, pero sí
sabemos que no son cientos... ni siquiera decenas.
Existe otra forma de usar varios:
Mi hermano ha comprado verduras varias. Está claro que aquí se trata de
un adjetivo en toda regla que significa ‘variadas’, ‘diferentes entre sí’. Aparecer
postpuesto crea en este caso una buena diferencia con el determinante, aunque
no sepamos, que no lo sabemos, si son muchas o pocas.
¿Qué significa, entonces, varios?
¿Cuántas papas son varias papas? En mi mundo, dos son demasiado pocas para que uno
necesite recurrir a la vaguedad de varias. Me pasa lo mismo con tres.
Quizá con cuatro comience uno a necesitar más tiempo para contar con cuidado,
para calcular, para dar un aproximado más o menos justo. ¿Cinco, entonces?
¿Seis? ¿Hasta dónde llega la falta de certeza? ¿Hasta diez? ¿Hasta doce? Bien
podría ser que, sin darnos cuenta, pensemos que al llegar a doce ya podemos
cambiar a docena y a partir de ahí vuelve la vaguedad hasta... ¿15? ¿Hasta
20? ¿Y cuándo pasamos de eso a mucho? ¿Y a bastante? ¿Y cuándo se
derrama el vaso y llegamos a demasiado?
Inyectándole la mayor precisión que
puedo a este asunto, que llega hasta el punto en que se tropieza con el
infinito matemático que existe entre un número entero y el siguiente, creo que varios
podría quizá referirse a una cantidad que más o menos se inicia en tres (con seria
tendencia a cuatro más bien) y, con cierta duda, comienza a agotarse lentamente
cuando, a las tientas y a las locas, se aproxima un poco a 10, quizá a 11, no
sé, algunas veces, no tantas. No reparen en todas las señales de indefinición
que hay en la oración anterior, porque terminarán pensando que no tengo certeza
sobre este asunto.
¿Alguien la tiene? Para eso exactamente
ha sido creado el lenguaje vago, para no dejar marcas muy ciertas de aquello
que decimos, para esconder nuestra falta de conocimiento exacto de algún hecho,
cantidad o concepto, o para crear confusión en la mente del oyente, para no
darle ventaja, para desorientarlo a nuestro favor. La vaguedad de muchísimas
palabras que nos encontramos a diario no es, por tanto, fruto únicamente del
desconocimiento, de la falta de comprensión o de la ingenuidad. Puede ser, y a
menudo lo es, un producto de nuestra imaginación, de nuestro interés personal
por lograr algún objetivo o, también, de nuestra perversidad. O puede ser un instante
de desatención de lo que se dice.
Esta última será la explicación que
prefiramos las más de las veces, en especial en la lengua hablada y en
particular cuando somos nosotros mismos quienes hablamos. Sin embargo, siempre
es posible apelar a la calculadora: un numero grande de cosas (la población de
un país, por ejemplo) no es compatible con la escasez explícita en la expresión
varias cosas... Son muchas las cosas que admiten varios ceros a la
derecha.
emalaver@gmail.com
Año
X / N° CCCXCIII / 19 de septiembre del 2022
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