Laura Jaramillo
Leyendo el artículo del profe Malaver,
recordé unas siglas que también son interesantes, como es el caso de la PNL
(Programación Neurolingüística), que por estos días juega un papel quizás
importante sobre el comportamiento de la sociedad. Este tema puede parecer
banal para algunos, porque puede ir contra las creencias que se tengan, tal vez
porque quienes más hablan al respecto son los ahora denominados personal coaches; pero a la larga es un
tema interesante, digno de estudiar y analizar desde el punto de vista del
análisis del discurso.
Para nadie es un secreto lo importante
que es poner límites en nuestras vidas, para lo cual acudimos irremediablemente
a la palabra ‘no’: no comas dulces, no pase la franja amarilla, no rayes las
paredes, etc. Pero, ¿han notado que el niño que recibe un comando como los
mencionados hace precisamente lo contrario? Esto a mí me enerva, pues ahí es
donde uno busca un instrumento llamado chola.
Claro, hay ocasiones en las cuales no podemos escapar del ‘no’, como el malvado
‘no hay pan’. Y es que el ‘no’ es como un desafío, un reto.
Según los estudiosos del tema en cuestión,
lo que sucede es que nuestro cerebro, en ocasiones, no procesa el ‘no’, es
decir, nuestro cerebro no hace clic cuando el comando es negativo. Por ejemplo,
‘No pise la grama’, y la gente pisa la grama; ‘No metas el dedo en el enchufe’,
y el tierno niño va directico al huequito ese. O cuando te dicen ‘No pienses en
un carro azul’ y no se te viene ningún otro color de los millones que existen.
Algo parecido sucede también con el ‘pero’, que es un conector que de alguna
manera anula lo anteriormente dicho. Ejemplo: Tu torta estaba sabrosa, pero tenía demasiado chocolate. En casos
como este la persona el receptor del mensaje se va a quedar con lo que se le dijo
después del ‘pero’. Más allá de tocar un aspecto energético, pues no es el
lugar ni soy la indicada, la idea es que comencemos a observar cómo estamos
hablando y si eso que decimos tiene algún efecto en quien nos escucha.
Todo este ¿galimatías?, repito, puede
ser interesante por estos días tan turbulentos, pues a lo mejor, no sé,
pudiéramos cambiar el efecto de nuestro mensaje. Hagamos un ejercicio. Por
ejemplo, en vez de expresar ‘no más balas’, ¿qué tal si decimos ‘basta de
balas’?; en vez de ‘no más muertes’, ¿qué tal ‘más vida’?; en vez de ‘no más
represión’, ¿qué tal ‘más inteligencia’?, o, ¿’más libros y menos balas’? O
seguir el ejemplo de los chilenos, quienes gritaron al mundo una frase muy
elocuente: “Cuando se lee poco, se dispara mucho”. Directo y conciso. Bueno,
esto con la esperanza de que no se les antoje ahora quemar, también, los libros
(antes de eso, mejor hagamos como en Fahrenheit 451).
En fin, quizás si, a pesar de las
circunstancias, intentamos cambiar de sintonía, si leemos (y estudiamos) un
poco más sobre PNL, tal vez pudiéramos cambiar el efecto de nuestro mensaje en
quien lo escuche. Claudio Nazoa escribió alguna vez que su papá, el
excelentísimo señor Aquiles Nazoa, decía que “en las cosas más sencillas era
donde se encontraban las cosas más difíciles e interesantes de explicar y
comprender”[1].
laurajaramilloreal@gmail.com
Año V / N° CLV / 5 de junio del 2017
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