Edgardo Malaver
Goethe y Schiller en el Teatro de Weimar.
No salían sin sobretodo, sobre todo en invierno
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Nancy Echezuría, profesora de Política
y Economía de la Escuela de Idiomas, me hace el honor en cada reunión de
departamento de afirmar que en algún momento yo le he hablado de un grupo de palabras
que alguna vez llamé “forajidas”. Menciona siempre el ejemplo de escasez, que es quizá la más frecuente
en los labios de los venezolanos en estos días y la más impresa en los
periódicos de toda Venezuela, pero nadie sabe nunca cómo escribirla. La verdad
es que sólo recuerdo ese episodio remotamente, pero creo que estas palabras
merecen algo de nuestra atención, sobre todo si tenemos que influir en los
estudiantes para que las conozcan por dentro y por fuera.
Por mi cuenta (es decir, sin acordar
con la profesora Echezuría, pero la entero ahora por medio de Ritos), he incluido en ese grupo
palabras y expresiones que encuentro mal escritas todo el tiempo en todas
partes. Una que incluso parece graciosa es la locución adverbial sobre todo (equivalente a ‘mayormente’, ‘principalmente’),
que muchos estudiantes se empeñan en juntar sin darse cuenta de que la
convierten en el sustantivo sobretodo
(‘abrigo’, ‘impermeable’), que ridiculiza cualquier cosa que pretenda destacar.
También suelo compadecerme de la
construcción a su vez, sobre la que
ya he escrito en Ritos y a la que
muchísimos hablantes atribuyen el significado de ‘también’, ‘incluso’ o ‘al
mismo tiempo’. Existen hasta familias de palabras que se entremezclan en la
imaginación de muchos y resultan en frases con sentidos a veces retorcidos, a
veces muy divertidos. Pienso, por ejemplo, en asimismo, así mismo y a sí mismo; porque, porqué, por que y por qué; ay, hay y ahí; abra y habrá. Nada es, sin embargo, más
forajido en la lengua que el cambio de veníamos
por veníanos.
Ya vasta.
Lo digo a propósito, porque este terreno es amplísimo, y es una bastedad escribir las palabras de
ciertas formas. Osea, seamos serios. ¿Por
qué son forajidas estas palabras? ¿Porque se nos escapan? Sí, se nos escapa su
ortografía, se nos esconde su origen, se nos escurre su sentido. Es, por lo que
dicen los especialistas, un asunto de atención, de vista, de detenerse a mirar para
recordar.
¿Cómo haremos para recordar cómo
escribir bien escasez y todas las
otras palabras forajidas sin que nos quede rastro de duda?, le preguntan los
estudiantes a Echezuría de vez en cuando. La profesora Liliane Machuca dijo en
la última reunión de departamento que la solución es la mnemotecnia (palabra
curiosa también). La semana que viene le toca a Machuca, entonces.
emalaver@gmail.com
Año IV / N° CXXIV
/ 19 de septiembre del 2016
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