Edgardo Malaver Lárez
Los problemas, como situaciones
complicadas a las que se da vueltas indefinidamente, son asimilados a rollos, y como las serpientes
suelen enrollarse en sí mismas, un problema termina siendo una culebra. Estas particulares culebras también hay que "matarlas por
la cabeza" para acabar con ellas. Las telenovelas, por cierto, son, ni más ni
menos, eso, enredos, y, por tanto, se les llama también culebrones. Si alguien parece estar desorientado, se le hiperboliza
diciendo que está más perdido que el hijo
de Lindbergh. Cuando Benedicto XVI renunció a sus funciones como cabeza de
la Iglesia en el 2013, los perrocalenteros de Caracas comenzaron a ofrecer a
sus clientes el perro vaticano, es
decir, con todo pero sin papa.
La expresión que me llama la
atención esta semana es una que bien podría agregarse al glosario zoológico de
Laura Jaramillo: ¡mosca! Recuerdo con
claridad el día en que oí por primera vez este uso de esta palabra: un compañero
al salir del liceo estaba a punto de cruzar la calle sin mirar a los lados, y
un transeúnte le gritó: “¡Mosca, muchacho, que vas a quedar como una estampilla
en la carretera!”. Decir “¡mosca!” equivale a decir “pon atención”, pero tanta como
ponen las moscas cuando se paran sobre la comida. Todos hemos intentado atrapar
o matar moscas desde que el mundo es mundo y todos tenemos ya la conclusión de
que son los animales más rápidos del mundo. Se supone que se debe a que sus
ojos tienen miles de pequeñísimos lentes que le permiten ver en todas las
direcciones a la vez e identificar instantáneamente movimientos y cambios de
luz, lo cual no puede hacer un ojo simple como el de otros animales.
Un día mi profesor de estilística del francés, Homero
Vásquez, predijo que esta palabra, una vez que emigrara de la jerga juvenil al
habla general, terminaría registrada en el diccionario como “interjección que
se utiliza para advertir a alguien sobre un peligro inminente o para amenazar”.
Eso no ha sucedido, pero sí encontramos en el diccionario varias expresiones
que incluyen este alado insecto lingüístico. La que más podría interesarnos es exactamente la que
se usa en Venezuela, aunque el significado que da el diccionario nos deja con un suspiro de duda: estar mosca, que remite a tener la mosca detrás de la oreja: ‘estar
escamado, sobre aviso o receloso de algo’.
¿Estar escamado? ¿Qué significa eso? El diccionario parece expresarse en términos tan metafóricos como la lengua hablada, contimás el habla popular. Con él, por ende, no cabe duda, hay que estar mosca. ¿Verdad, Laura?
emalaver@gmail.com
Año III / Nº LVII / 18 de mayo del 2015
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