En la segunda oración, no tiene
sentido decir “entre otros”, porque el conjunto de países sudamericanos es
finito y existen países que sencillamente no son sudamericanos, de modo que decir
“entre otros” implicaría “contaminar” el conjunto, es decir, “otros países” no
es lo mismo que “países sudamericanos”. Entre
otros es, pues, señal de imprecisión y no concuerda con este caso.
La primera forma de hacer esta distinción
es, entonces, observar sin entre otros
puede referirse, como etcétera, a
elementos de un conjunto cerrado sin alterar su contenido. Parece que no es
posible.
La segunda forma puede estar más vinculada
a los conjuntos abiertos de cosas y la variabilidad de la posición de las partes
de la oración. Observemos: usted puede decir: “Tenemos, entre otras, zanahorias, papas y remolachas”; pero nadie diría: “Tenemos,
etcétera, zanahorias, papas y
remolachas”. La conclusión aquí es que siempre que usted pueda mover una de las
dos expresiones al lugar de la otra y funcione adecuadamente sin hacer más
cambios, son sustituibles.
Además, cuando usted dice: “Vendemos
cámaras fotográficas, resmas de papel, bolígrafos, entre otros”, uno puede
preguntarse: ¿Entre otros qué?, ¿qué sustantivo hace concordancia con ese otros? No pasa esto con etcétera porque ‘el resto’, ‘lo demás’,
lo que no nombramos pero que usted sabe lo que decimos’ está siempre claro: es lo
demás.
El esfuerzo por erradicar el uso de etcétera es tan terco y radical, que se
llegan a decir cosas como ésta: “OTROS
parques, como Los Caobos, Los Próceres, El Ávila, entre OTROS, no albergan animales en cautiverio”.
Sin embargo, sí hay casos en que
ciertamente las dos expresiones pueden ser equivalentes (o sinónimas), sólo que
no son simplemente sustituibles una por otra, a menos que se hagan cambios en
la oración. Veamos:
·
Hemos atendido muchísimas enfermedades, como la
rubeola, el dengue, la leishmaniasis, etc.
·
Hemos atendido muchísimas enfermedades, como la
rubeola, el dengue y la leishmaniasis, entre otras.
Está
claro, ¿verdad? En el primer caso, la enumeración no cierra por las razones que
ya se han expuesto, pero el segundo exige que cerremos la enumeración
(introducir la conjunción y) y ofrece,
además, la posibilidad de cambiar el sintagma ‘entre otras’ de lugar. A pesar
de todo, hay que dejar sentado que, en realidad, ese ‘entre otras’ redunda con ‘como’
Eso no pasa en la primera oración.
El uso de la palabra etcétera no tiene, entonces, nada de
problemático, equivocado, indebido u obsoleto. Es una palabra que ha subsistido
hasta hoy porque cumple una función para la cual la lengua sigue requiriéndola.
Las palabras sólo dejan de usarse cuando los hablantes se dan cuenta de que ya
no les sirven. Pero esta es harto útil, y el sustituto que le han buscado los
que se creen fiscales de la lengua —no, por supuesto que no me refiero a la
Academia— sencillamente no encaja.
Qué triste y qué desabrido sería, si
la palabra etcétera no conservara de hecho su significado y sus valores
peculiares, el título de aquel libro de Susan Sontag: Yo, etcétera (1978), en el que el sujeto parece ponerse de primero
y luego a los demás. Yo, entre otros
sería no sólo una mala traducción: sería la actitud contraria.
emalaver@gmail.com
Año II / Nº XIX / 25 de agosto
del 2014
Confieso que hasta que leí este artículo era una asidua usuaria del término "entre otros". Quizá el "etcétera" ya no sea considerado tan elegante pero eso no es lo que importa, como bien lo refleja esta entrada; lo que importa es que ambos términos no comparten significado, por lo que deben usarse cada uno en su debido contexto.
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