lunes, 14 de julio de 2014

El verbo de la verdad [XIV]

Edgardo Malaver Lárez


     En el blog del escritor Armando José Sequera, Caravasar, hay un comentario del 21 de septiembre del 2007 que se titula “Nos falta un verbo”. Se pregunta Sequera por qué si tenemos un verbo para decir mentiras, mentir, no tenemos uno para decir la verdad. Teme que esto pueda deberse a que en la lengua española no acostumbramos decir la verdad o que estemos más inclinados hacia la mentira.
     Toda una particularidad de la lengua, pero no lo es sólo de la española. En francés existe el verbo mentir, pero no existe su antónimo como lexema, es decir, como una sola palabra: se utiliza una locución: dire la verité. En portugués y en italiano pasa igual. En inglés y en alemán, que pertenecen a otra familia de lenguas, pasa lo mismo. En otras palabras, la razón probablemente no esté supeditada a las particularidades de cada lengua (o a la lengua de la que pueda haber derivado la de cada quien) sino, parece, a algo que está fuera de ellas... si es que tal cosa existe.
     En la Roma clásica, la diosa Veritas (Verdad), que era representada desnuda y saliendo de un profundo pozo, era hija de Saturno, dios del tiempo, y madre de Virtus, diosa del valor. La veracidad era, en aquellos tiempos, una virtud que debía distinguir al auténtico romano como ser civilizado.
     No será ésta, quizá, la verdad última en este asunto, pero es sencillo pensar que cuando nos comunicamos con los demás, esperamos que nos digan la verdad. A nadie se le ocurre preguntarle nada a nadie con la esperanza, la ilusión o el deseo de que le respondan otra cosa que la verdad. De esa manera, en la conciencia más profunda de cada uno de nosotros no existe razón para poner a ese acto ningún nombre que no sea el mismo del que estamos realizando: hablar, decir, conversar, responder, comunicarse, dialogar. Decir la verdad, en el fondo, es, visto así, simplemente decir.
     Es lo que en lingüística se llama un término no marcado. Son las acciones aledañas, diferentes, contrarias, las que necesitan otra denominación. Usted habla de las jirafas en general utilizando ese nombre. Sólo cuando necesita hacer alguna distinción busca otra manera de nombrarlas: jirafa macho, jirafa bebé, jirafa blanca. Lo que tiene que tener un nombre diferente a lo genérico es lo que es diferente. Decir la verdad es lo “genérico”, mentir es lo peculiar.
     También es significativo que se diga, por un lado, decir LA verdad (con artículo definido en singular, lo cual implica que estamos pensando en una sola) y que, por el otro lado, se diga decir mentiras (sin artículo, pero en plural, lo cual implica que la mentira es diversa y difusa, incalculable por el que espera otra cosa).
     Es cierto que existe el verbo verificar, que proviene de veritas (verdad) y pareciera ser antónimo de mentir. Sin embargo, la existencia de este verbo significa que, en algunas circunstancias, cuando existe una duda respecto a un hecho, vamos a ver si es verdad. No es lo mismo que decir la verdad.
     Por tanto, y después de todo esto, la razón más primordial de que no exista un verbo sino una locución verbal para hablar con veracidad debe ser el sentido común. En la mente de los hablantes es así por lógica, por intuición, por sensibilidad y vinculación interior con el fondo del asunto... con la verdad.
     Quizá no sea, entonces, que nos falta un verbo sino hacernos sujetos de él... aunque no exista.


emalaver@gmail.com




Año II / Nº XIV / 14 de julio del 2014

8 comentarios:

  1. Perdonen que comente mi propio texto, pero el tercer párrafo, el que habla de Roma, quedó incompleto. Me faltó agregar ahí, para responder a una de las dudas de Sequera, que probablemente esa concepción de los hablantes del latín haya influido en que todos esos idiomas que nombro en el segundo lo vean también de esa forma en la actualidad, al menos de forma similar, aun sin darse cuenta. Como sabemos, hasta el inglés y el alemán, a pesar de tener otros orígenes, también recibieron influencia, muchísima, del latín.
    Muchas gracias por su paciencia.

    E. Malaver

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    Respuestas
    1. Complejo.

      ¿Y "Sincerar"?

      Es cierto que solo se insiste en decir la verdad cuando se duda de su veracidad. Se pide "Demostrar" que es cierta de alguna manera. "Certificar". Y se duda por alguna razón. "Razonar".

      No hablamos dispuestos a entablar una fantasía del tipo que sea, así de primeras,como conversación. Pero de segundas, podríamos dudar (¿"Asegurar"?) acerca de la falsedad de algo que intuyas que te intentan colar como obvia mentira. (¿"Verdar"? Jajaja.), por humor o socarronería, por ejemplo.

      Un jaleo.

      Veritar.






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    2. Lo inaudito es leerse esto en 2020.

      Digo una: ¿Constatar?

      O que se acepte "Veracer" o "Veracidar". ¿No?

      Abrazos.

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  2. Realmente me gustó el artículo, este tipo de artículos en general me encantan, porque prueban algo que me encanta remarcar: las lenguas son interpretaciones de la realidad, nada más y nada menos.

    Me gustó, francamente hasta ahora es de mis favoritos.

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  3. En relación con lo genérico de la verdad (el suponer la verdad en el decir) agregaría lo siguiente: Los verbos marcan una acción, un acto. El verbo mentir, implica un acto. Me preguntaba si mas bien, no fuese lo contrario lo que se pone en juego, que no hay acto de verdad, tal cosa seria un absurdo, no se encuentra en el lenguaje, porque la verdad, no puede representarse por dicho medio. El lenguaje siempre miente. Muy buen artículo!

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  5. La VERDAD como nombre o sustantivo, no se caza con ningun verbo que le atañe.

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